- Aquí está Don Juan Tenorio y no hay hombre para él!
- Cuando era más pequeño, me encantaban las novelas clásicas de la literatura española. Sé que no era muy normal porque el castellano antiguo muchas veces dificultaba la lectura, pero me pasaba horas y horas leyendo ' La Celestina' , 'El Lazarillo de Tormes', 'La dama del alba' y otros muchos más... no sé, seguramente eran los personajes carismáticos que salían, las historias que eran de tiempos lejanos pero de vidas cercanas, quizás era la poesía a veces, o la narración descriptiva otras, pero la que más me impactó fue 'Don Juan Tenorio'. Más allá del argumento que por el título se puede deducir fácilmente, me cautivó el amor, la picaresca, la guerra dialéctica y la trascendencia que mantenían los diálogos de esta bella historia de José Zorilla. He aquí algún pequeño ejemplo :
Juróme al punto la gente
- capitán por más valiente;
- juréles yo amistad franca;
- pero a la noche siguiente
- huí y les dejé sin blanca.
- Yo me acordé del refrán
- de que quien roba al ladrón
- ha cien años de perdón,
- y me arrojé a tal desmán
- mirando a mi salvación.
Otra de los actos clásicos de la obra, en el que aparece un verso que a tod@s nos suena y que quizás alguna vez hemos pronunciado:
- ¡Ah! ¿No es verdad, ángel de amor,
- que en esta apartada orilla
- más pura la luna brilla
- y se respira mejor?
- Esta aura que vaga, llena
- de los sencillos olores
- de las campesinas flores
- que brota esa orilla amena:
- esa agua limpia y serena
- que atraviesa sin temor
- la barca del pescador
- que espera cantando el día,
- ¿ no es cierto, paloma mía,
- que estás respirando amor?
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